viernes, 3 de septiembre de 2010

Tras las lluvias de agosto/ Denise Dresser


Rodeado de libros


Ayer que te vi por última vez, sentado sobre tu cama, te pedí que no me fueras a dejar aquí sola "en este México de tiempos nublados" sin ti. Y en los últimos meses te lo repetía una y otra vez: inimaginable seguir con la espada desenvainada, cual "ciudadana apasionada" como me bautizaste, sin tu humor, sin tu generosidad,tu voluntad de acompañarme en todo momento y en cualquier buena causa.

Mi adorado amigo, no cumpliste tu palabra. Te fuiste después de prometer que un día de éstos me rapatarías e iríamos juntos tras Arturo Montiel o tantos fascimilares que sobreviven, impunes, en el país. Cabalgaríamos juntos en busca del siguiente minotauro; denunciaríamos juntos al próximo político rapaz; nos reiríamos del personaje detrás del escándalo de la semana, para después perseguirlo con la pluma. tu muerte para mí es como aquel poema de los "Heraldos Negros" que habla de los golpes tan fuertes , esos que parecen provenir del odio de Dios. Un Dios empeñado en irme quitando a quienes más quiero en la vida. Quizás lo único que me consuela es que ahora, cuando me pregunten cómo me imagino el paraíso , podré decir que es una gran biblioteca en la que encuentro a mi padre, a mi hermana y a ti.

Y bueno, en cuanto al país magullado que dejás detrás sólo quiero decirte: me encargo de todos los pendientes que me encargaste en el camino. La obligación de la alegría y la rebeldía. Las ganas de estar en el mundo y carcajearse de él al mismo tiempo. La esperanza de ese México mejor que ningún gobierno nos ha logrado arrebatar. te voy a imaginar en lo que creo es el cielo, ese lugar donde uno hace lo que le da la gana, como tú, con tus columnas. Rodeado de libros, con un cigarro y un vaso de whiskey, contando historias. Historias de Fita y Felipe Calderón, del Bucles y "Betty Walls", de héroes y villanos. Hablando de cómo quisite al país y cómo ayudaste a transformarlo. Y por favor, por favor apártame un hueco chiquito allí a tu lado, para que sigamos platicando "de todo y de nada" como lo hacíamos siempre y aún ayer.

Denise Dresser

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