FOTO: ATARDECER EN COATZACOALCOS
“La verdadera muerte es el olvido”
María Fernanda
Año de 1999
Enero 4, mi padre arriba a sus ocho décadas de existencia. Aprovechando su estancia en este puerto que tanto amó, sus hijos le preparamos una emotiva fiesta sorpresa. Un día antes de fin de año, convocamos a todas las personas -cien en total- con las que imaginamos él querría compartir su aniversario.
“La verdadera muerte es el olvido”
María Fernanda
Año de 1999
Enero 4, mi padre arriba a sus ocho décadas de existencia. Aprovechando su estancia en este puerto que tanto amó, sus hijos le preparamos una emotiva fiesta sorpresa. Un día antes de fin de año, convocamos a todas las personas -cien en total- con las que imaginamos él querría compartir su aniversario.
Tengo muy presente la imagen de su rostro emocionado al entrar al salón y descubrir a sus hermanas: Alicia y Marie (la mayor y la menor) que habían viajado ex profeso para acompañarlo ese día. Hubo momentos en que pensé que había sido demasiado y no resistiría tantas demostraciones de afecto. Lo vi temblar conmovido ante el reencuentro con los amigos de toda la vida, algunos de ellos tomaron el micrófono para dedicarle unas palabras que él agradecía una y otra y otra vez, con frases entrecortadas y apenas perceptibles. El otrora gran conversador que dominaba todos los temas, había enmudecido ante la felicidad de aquellos instantes.
Lo vi entrelazar sus manos con fuerza para contener el llanto, cuando el mayor de sus nietos, tomó la guitarra y entonó: “José Manuel”, dedicándosela a su abuelo y “maestro”. Ese había sido uno de sus sueños; ¡Tener su propia canción! Y cada vez que tenía la oportunidad, nos lo recordaba y hasta cantaba el estribillo: José Manuel, José Manuel, al son del swing, José Manuel.
En fin, aquel fue un día plagado de emociones que culminaron con una simpática tertulia familiar. Afortunadamente, nos quedó de recuerdo un video que nos permite revivir aquellos momentos.
Mi regalo
Mi padre era un hombre bueno, noble y generoso además de ser un gran comunicador. Era hijo de inmigrantes libaneses, y aunque la vida de mis abuelos fue trágica y triste, él tenía la particularidad de recordarlos en amenas charlas de sobremesa resaltando con amor y respeto, lo mejor de cada uno de ellos.
Mi regalo
Mi padre era un hombre bueno, noble y generoso además de ser un gran comunicador. Era hijo de inmigrantes libaneses, y aunque la vida de mis abuelos fue trágica y triste, él tenía la particularidad de recordarlos en amenas charlas de sobremesa resaltando con amor y respeto, lo mejor de cada uno de ellos.
Inspirada en su gran cariño, me atreví a escribir aquellas historias que le había escuchado contar desde pequeña, hilvanando todos los pasajes y anécdotas que recordaba. También investigué los acontecimientos de la época de finales del siglo XIX, en la que ellos, siendo apenas unos niños, tuvieron que abandonar su país. Quise conocer las circunstancias que orillaron a mis bisabuelos a desprenderse de sus pequeños, sacrificando todo cuanto tenían para conseguirles el boleto de la esperanza en el viaje hacia la libertad. Un acto de amor para el que no encuentro adjetivos.
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Ese fue mi regalo. Lo imprimí, lo ilustré con fotos de mis abuelos, lo dediqué tratando de encontrar las palabras que expresaran mi agradecimiento por enseñarme a valorar la vida y hacer de mí lo que soy, lo encuaderné y se lo entregué el día de su cumpleaños.
Sorprendido por la claridad con las que recordaba sus anécdotas y visiblemente emocionado con mi relato, mi padre me pidió permiso para hacer copias y obsequiárselas a sus hermanas. Una de ellas, Emelie, la única que se quedó a vivir en el Puerto, después de leerlo, también quiso compartirlo y se lo envió a Oralia, su gran amiga de la infancia, conocida por todos como María Fernanda, galardonada poeta, autora de varios libros y fundadora del Club de Escritoras de Coatzacoalcos. Una mujer que yo admiraba por el profundo amor que le profesaba a esta tierra que la vio crecer y a la que le había escrito las más bellas poesías.
El 9 de febrero de ese mismo año, recibí una llamada inesperada. Era la mismísima Oralia. ¡Quería conocerme! Me habló de su amistad con mi familia y me invitó a tomar un café en su Rincón Poético. Yo ignoraba que ella había leído mi relato por lo que la curiosidad no me dejó dormir: ¿Qué querría platicar conmigo aquella mujer homenajeada por el Presidente de la República en el Castillo de Chapultepec?
Al día siguiente llegué muy puntual a mi cita con María Fernanda. Quedé sorprendida de su trato amable, cálido y sencillo. Me emocioné cuando me tomó de las manos y me dijo: “Tu tía Emelie y yo somos muy buenas amigas, nos queremos mucho, por los que no quiero que tomes a mal que haya querido compartir conmigo el relato que escribiste de la vida de tus abuelos, quiero que sepas que lo leí y estoy muy conmovida, pues pude palpar los hermosos sentimientos que fundados en los principios y valores de la familia, logras transmitir”.
Nunca olvidaré aquella tarde, la primera de muchas otras que disfruté con agrado de su amena charla, de su extraordinario talento y exquisita sencillez. Oralia podía leer a través de mi piel, me enseñó a conocerme, a despertar mi espíritu dormido, me alentó a traspasar los límites que impone la rutina, a dejar de ver la vida pasar... a través de una ventana.
Un tiempo después, me invitó a pertenecer al Club de Escritoras de Coatzacoalcos y un día como hoy, 25 de mayo, Oralia me tomó la protesta en el XXX Aniversario de la institución que ella fundara en el año de 1969 con un grupo de mujeres entusiastas que compartían la misma inquietud y gusto por las letras. Ese día marcó mi ingreso al recinto, en el cual tuve la oportunidad de ir descubriendo mis distintas facetas al lado de un ser humano extraordinario a quien, tres años más tarde, en un homenaje pude manifestarle abiertamente estas palabras: “Mi querida doña Oralia, le doy gracias a la vida por haberme permitido conocerla”.
Diez años han transcurrido, mi padre, Oralia y Emelie, los tres personajes de esta historia que cambió mi vida, ya se han marchado, pero aún los siento palpitar en mis sentidos, los veo sonreír en cada texto que edito y adivino mis pasos sobre sus huellas, labradas en todos los surcos y rincones de esta isla verde.
.............................................................................................................................................................................................25 mayo de 2009/aac
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Como siempre prima me encantó, yo estuve en esa fiesta y me acuerdo muy bien lo emocinado que estuvo el Camarada Lifó como le decía mi papá, saludos,Corsi
ResponderBorrarGracias por recordame tan hermoso dia, los 80 del abuelo, y tia yo se que podrias escribir un libro de todo lo que el abuelo no solo enseño a sus hijos si no a nosotros sus nietos, porque sabes que como Don Pepe ningun otro...
ResponderBorrarGracias por compartir esto con nostros
abrazos. Tatiana G.L.
Recordar... como dice Eduardo Galeano en el “Libro de los Abrazos” ,viene del latín re-cordis que quiere decir “ volver a pasar por el corazón”
ResponderBorrarsin palabras... (sniff, sniff)
ResponderBorrarLo "Chipil" es arraigo al amor y nostalgia, es sentimiento puro del que no tiene peso, del que no tiene precio, tan solo si acaso, el sabor de una lágrima que lo es todo.
ResponderBorrarMadrina, gracias, que yo tambien me pongo chipil de vez en cuando.
kiki...yo también me fui a ese día. Trémula emoción y lo "Lotfe" saliéndonos por los poros (o por los lagrimales?) a toda la familia... ¿quien no iba a querer consentir a Don Pepe Lotfe? Quien no se subía a cantarle, recitarle, agradecerle... me encantó lo de "volver a pasar por el corazón" Yo siempre he dicho que recordar es dar cuerda de nuevo, poner en movimiento. Don Pepe en movimiento en mi corazón, el tuyo y el de tod@s los que lo queremos. (yo también chipi)
ResponderBorrarA Doña Oralia: un cariño inmenso por haber despertado esa maravillosa parte dormida de mi mamá. Las gracias pa'siempre :)
Abrazo transoceánico,
anipañaofe-cacalóntachetachepum-pum-pum
No lo vas a creer, ya ves q estoy en la limpia de archivos ( no he terminado) pero me encontre hace 2 dias la lista de los invitados y gastos a la fiesta q le hicimos a papá , por alguna extraña razon no los tire..... y tambien encontré el regalo q le hiciste a papá hasta le comente a Mariana q lo leyera cuando terminara sus examenes..... Coincidencia? yo creo que algo nos quieren decir, hay q decifrarlo.
ResponderBorrarun abrazo lleno de nostalgia
lo que les quiere decir, es que sigue aqui, en cada uno de nosotros,
ResponderBorrarlov you
Prima, tuve la dicha de compartir con mi tío y con ustedes ese gran día, que recuerdo con infinita alegría, y ahora que falta mi mamá quiero seguir abrazando los lazos familiares y no soltarlos nunca.Somos ya la siguente generación
ResponderBorrarTe admiro en todos los sentidos,y en mi corazón tienes un lugar especial. Mil besitos
Rosisa
PRIMITA HERMOSA NO PUEDO DESCRIBIR REALMENTE LAS OLEADAS DE EMOCIONES QUE TRANSITAN POR MI CUERPO Y EL NUDO QUE TENGO EN LA GARAGANTA ME IMPIDE ARTICULAR PALABRA ALGUNA ME HE PUESTO A LLORAR DESDE LA PRIMERA HASTA LA ULTIMA LINEA DE TU ESCRITO.
ResponderBorrarGRACIAS PÒR ESTE REGALO QUE ME HAS DADO HOY
QUE DIOS TE BENDIGA
CON CARIÑO
TU PRIMO
VICTOR ALFREDO
Hermana, gracias por esta hermosa pasada por el corazón nuevamente...
ResponderBorrarre-cordis
ResponderBorrarRose, me tome unos momentos para reflexionar sobre lo que escribiste y llegue a esta conclusión: una de las mejores cosas que le pueden suceder a un ser humano es llegar a descubrir su real vocación. El destino se encargo de confabular a tu favor y utilizo a seres que te amaban para que te ayudaran a lograrlo. Me emociona pensar que mis bisabuelos, Papá, Tía Emeli y Doña Oralia hayan sido los que se prestaron en esta sincronización. Yo pienso que nada es casual, todo es causal.
ResponderBorrarQuerida Rosa;
ResponderBorrarEste re-cordis, lo que hizo en mi fue atropellarme el corazon con esta efemérides, la cual me trasporto a esos bellos momentos que vivimos. Gracias por honrar a nuestros ancestros, pues esto nos permite proyectarnos con todo el badaje cultural que traemos.
Pepe Lotfe
Hola Rosa, después de mucho tiempo visito de nuevo tu blog y como siempre me encuentro histarias tan maravillosas como esta, que bella narrativa, muchas felicidades.Por cierto me hiciste recordar los poemas de doña Oralia que alguna vez leí en la prepa. Gracias.
ResponderBorrarNos vemos pronto en el taller, Saludos
Atte.
Cristina del C. Vázquez García