Como es mi costumbre, no me gusta quedarme con la duda y apenas llegué a casa me dispuse a investigar el significado de esa palabra. Descubrí que es el nombre de un canto ancestral hindú en la lengua sagrada “sánscrito” que tiene como finalidad llevar la mente y el espíritu a un estado de paz.
Julia protagoniza a una mujer divorciada que busca encontrarse a sí misma viajando a Italia, India e Indonesia. Define a su personaje como “complejo y fascinante” que transita de la vulnerabilidad a la dureza o de la indecisión a la confianza durante un viaje interior en el que “se auto examina y trata de determinar lo que en realidad quiere para sí misma”.
“Gurugita” es un texto sagrado que consta 216 versos y se canta aproximadamente en una hora. Describe la conversación entre el Dios Shiva y su esposa, la Diosa Parvati, en donde ella le hace preguntas acerca del Gurú (el maestro espiritual) y Shiva le contesta, describiendo sus principios, los métodos usados, la forma de transmitir su enseñanza, así como los beneficios de su repetición diaria.
Al escuchar los comentarios sobre la película, en su mayoría giran alrededor de la romántica historia de amor; de los atractivos visuales; del placer de la buena mesa; las excelentes interpretaciones o las emociones que se mueven y me llama la atención que ninguno mencione -ni por equivocación- la palabra “gurugita” que para mí es la esencia de la historia, la búsqueda de la paz interior, ya que es en el proceso de este canto y en la meditación donde logra descubrirse y reconciliarse consigo misma, encontrar el ansiado equilibrio entre cuerpo y espíritu, y convertirse en una persona plena, libre y feliz.
Publicado en la Revista Círculos
Edición Dic-Ene 2011