las ramas se despojan
del hábito otoñal
apuradas por el viento
que golpea mis ventanas
los senderos se cubren
con el manto sepia
de las hojas muertas
que alfombran la tierra
el cielo se viste de niebla
antes de verter el llanto
que anega las entrañas
de las almas solitarias
los árboles desnudos
contemplan el invierno
con la promesa esmeralda
que albergan en su savia