viernes, 7 de diciembre de 2012

El hijo de Monche

Yo leía su blog muchos años antes de que sus artículos fueran publicados en un diario de la localidad, a su vez, él leía el mío e intercambiábamos comentarios y opiniones. Es cierto que la mayoría de las veces nos echábamos flores como también lo es que cuando no coincidíamos nos enfrascábamos en sendas y sabrosas discusiones que en ocasiones derivaban en un largo chateo. Ya las extraño.
La primera vez que visité su página por recomendación de un amigo, sentí curiosidad por saber el motivo del título “Una humilde flor para Monche” y, debo confesar que quedé sorprendida pues quién solía definirse a sí mismo como “guabino”, cuyo significado según sus propias palabras es “un parroquiano del Bar La Guabina que cada sábado ocupa siempre la misma mesa, la ubicada en la esquina noreste del establecimiento… esta Mesa se constituye en el lugar para pasar un buen rato y olvidar las presiones de la vida cotidiana entre chismes, cuentos, embustes, patrañas, chistes, bromas, burlas, chacotas, guasas, carcajadas, risotadas, jolgorios, tragos, copas, cervezas y uno que otro insulto –que no trasciende- Pues bien, decía que me sorprendió que este parroquiano amigo de la chacota, le hubiera dedicado el blog a su madre y se presentara sencillamente como: “Hijo de Monche y el profesor Chávez, esposo de Sura, papá de Pingo y de Guille, columnista, ciudadano y hombre feliz”. [http://ramari.blogspot.com.es/2009/01/la-franja-de-guabina.html]
Además de la sencillez en la forma de abordar sus temas, tenía la particularidad de encontrar el sentido de las pequeñas cosas cotidianas; escudriñar en los sentimientos de las personas que salían a su paso e imaginar toda una historia en torno a ellas bajo su aguda percepción; contar anécdotas a modo de analogías para mostrarnos el escenario de la nota del momento; hacer propuestas para resolver los conflictos donde ponía de manifiesto su sentido común y gran calidad humana.
Analítico hasta la médula, desmenuzaba los párrafos de una carta, un curso o un proyecto hasta encontrar lo que lo podría hacer inviable para luego proponer las modificaciones buscando siempre obtener óptimos resultados. Todo esto lo constaté cuando tuve la suerte de participar en varios talleres sobre medio ambiente y desarrollo sustentable impartidos por él. ¡Tantas cosas que aprender y el tiempo cada vez más escaso!
Coatzacoalquense por adopción, porque él era de Poza Rica de Hidalgo, Ver., le tenía un gran cariño a nuestro puerto y sabía más de su historia que muchos nacidos aquí. Le nombraba “el sitio de Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl” y lo hacía patente en su blog sobre una bella toma del río Coatzacoalcos desde las escolleras.
Ahora a él también le tocó abordar la balsa de serpientes y perderse en el horizonte. Ni hablar, para allá vamos todos, mientras tanto sé que lo veré sonreír cada vez que abra su página.