viernes, 7 de septiembre de 2012

la carta del viento



                   Hace unos días escuché al viento ulular con fuerza detrás de los cristales, corrí a cerrar la puerta del balcón, pero ya era tarde, una ráfaga impetuosa había tapizado la estancia de papeles amarillos y hojas secas. En medio de aquel desorden, encontré esta carta y entonces todo cobró sentido… está fechada el día primero de abril del año 2003.

Dice así.

                Querida amiga… he vuelto a cumplir la promesa que te hiciera en tu infancia, te preguntarás por qué hasta ahora si tantas veces me invocaste, si fui tu obsesión desde siempre, quizá desde que naciste como bien lo señala Enrique y es que… ¿cómo olvidar que casi a diario me escribías, me invitabas, me retabas …

              He vuelto porque te extraño… añoro aquella vehemencia con la que te proclamabas “la hermana del mar cuando rugiendo despedaza en las playas su locura” cuando asegurabas “ser la loca enamorada del torrente, la novia apasionada de la bruma” y vibrabas sólo en la tormenta, pues tu lira, tu lira no conocía de rutinas… no quiero verte más así, en esa mansedumbre, ¿qué ha pasado con el odio que sentías por los estanques y las aguas quietas?

              ¿Te reconoces? claro, es aquel poema que titulaste “Retrato” en el que le gritaste al mundo “yo soy de tempestad y no de calmas, hay huracanes dormidos en el fondo de mi alma”

               Si no vine antes a llevarte conmigo es porque tu canto a los árboles me provocaba celos, me confundía cuando pregonabas…“a veces me siento como el viejo zuluzúchil de mi pueblo, tan enraizado en su arena, tan indiferente al vuelo” y ya no sabía si querías echar raíces o todavía deseabas mis alas. Hoy ya no tengo dudas, has vuelto a invocarme con el frenesí de antaño y vengo a cumplir mi promesa, no te aflijas, ya he llevado tus penas al mar, como tú querías… para poder arrancar tus raíces de esta tierra a la que le has puesto mi nombre, en mis brazos podrás volar sobre esta isla verde que tanto amas, sobre el río, los pantanos y los médanos que hiciste tuyos, así sin pesares, libre de congojas y nostalgias ….con esa fragilidad de hoja que tantas veces soñaste.

              ¡Vámonos! He venido del norte para llevarte conmigo.

             ¡Vámonos… soy el viento… tu viejo amigo!









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